Un naufragio tras una tempestad arroja a los pasajeros de un navío a una isla perdida en el mar. Allí descubrirán que es gobernada por el mago Próspero, quien somete a sus habitantes con sus poderes mágicos, junto con su hija Miranda y toda una corte de seres fantásticos como el espíritu Ariel y el malvado Calibán. Pero poco a poco empiezan a sospechar que el naufragio no ha sido una fatalidad casual.
“La tempestad es intangible y peligrosa, porque tiene esa palabra odiosa para mí que es fantasía”, dijo el catalán Lluis Pasqual, responsable de esta versión estrenada en 2000 y protagonizada por Alfredo Alcón. “Fantasía es lo que hay que evitar para llegar al cuento, porque la dificultad es hacer verosímil algo que no tiene ningún apoyo real. Rey Lear, por ejemplo, es una catedral, una obra muy difícil, pero que puede formar parte de nuestra cotidianidad: un hombre viejo que se ve maltratado por sus hijas. En cambio, La tempestad es un sueño en la mente de alguien y no se sabe en qué zona del universo está ubicado o en qué zona de la conciencia pasa. Porque no existe La tempestad en abstracto sin el Próspero que uno sienta cercano. Hay muchos buenos actores que podrían hacerlo, pero a mí no me dicen nada. En cambio, con Alfredo, por todos los trabajos que hicimos juntos, hay una complicidad”.