“Eppur si muove”. “Y sin embargo se mueve”, dice Galileo sobre la tierra después de que la inquisición lo haya obligado a retractarse de sus teorías, según las cuales era el sol, y no nuestro planeta, el centro del universo. Tres siglos después, ese instante fue retomado por Bertolt Brecht para Vida de Galileo, una de sus últimas producciones y verdadero pilar de su teatro épico.
Es evidente la identificación que tuvo Brecht con Galileo, un personaje complejo y contradictorio, un adelantado y también un ingenuo que, sin embargo, al elevar su mirada hacia el cielo provocó una de las grandes revoluciones en la historia del hombre.
No resulta difícil suponer las resonancias que tuvo en la sala Martín Coronado la puesta de Jaime Kogan estrenada en 1984, poco tiempo después de la recuperación democrática en la Argentina, sobre esta parábola de la fuerza de la razón frente a la oscuridad del poder.
Protagonizada por el inolvidable Walter Santa Ana acompañado por Graciela Araujo, Alfonso De Grazia, Danilo Devizia, Horacio Peña, Leopoldo Verona, Hugo Soto, Horacio Roca y Mónica Santibáñez en los papeles principales, esta versión de Galileo Galilei firmada por Gerardo Fernández y el propio Jaime Kogan resultó –con casi 200 mil espectadores– una de las puestas más exitosas en la historia del Teatro San Martín.